¿Y ahora qué?

En esta pandemia, como en cualquier situación en la vida, tenemos la oportunidad de tomárnosla de muy distintas maneras.

En mi opinión, esta situación, aunque obviamente abrupta y con consecuencias en nuestras vidas muy profundas, es una buena oportunidad para poner en práctica el soltar, el desapegarnos del resultado, de las proyecciones, expectativas e ideas de lo que la vida (nuestra vida) “iba a ser” y a la vez desplegar todos nuestros recursos y capacidades, empezando por la creatividad.

En un abrir y cerrar de ojos, la vida ha dado un vuelco y ya no sabemos nada, no tenemos referentes pasados de los que tirar porque algo así no nos había ocurrido, al menos no de forma colectiva. Sin embargo, a nivel particular observo que los que ya han hecho o han tenido que hacer cambios drásticos en sus vidas, están viviendo esta situación con mayor calma y positivismo.

En cambio para aquellos que rehuyen el cambio normalmente, esto les resultará algo más difícil, puede que en algunos casos muy angustiante y hasta doloroso.

Verdaderamente para todos se trata de un duelo grande, tanto a nivel individual (seguridad, bienestar, ideas, planes, expectativas, sueños,… ) como a nivel colectivo (cómo era y creíamos que la vida iba a seguir siendo).

Esta situación nos recuerda que nada es permanente, que no podemos dar todo por sentado, que de la noche a la mañana todo puede cambiar y como cada situación de cambio requiere de un proceso de duelo (de lo que dejamos ir) y de un proceso de adaptación y creación.

Así pues creo necesario que como individuos y como colectivo, nos demos en primer lugar, un momento para sentir la tristeza, la despedida de aquello que ya no será, de aquel o aquella que ya no seré, lo que proyecté, soñé de mi futuro. Incluso aunque podamos recobrar algo de sentido de normalidad, ya nada será lo mismo después de este confinamiento, la economía, los trabajos, la educación, las relaciones… están ya cambiando (algunas a peor y otras a mejor). Con esto no pretendo caer ni en el catastrofismo ni en el exceso de optimismo, lo que tengo claro es que con tantos elementos distintos, es casi imposible que nuestras vidas permanezcan intactas y vuelvan a ser exactamente lo que eran.

Considero pues que éste se trata de un momento en el que permitirnos por un lado sentir el duelo con lo que “ya no será” (tristeza, miedo, rabia o frustración) y por otro lado, también sumamente importante que podamos reconectar con nosotros/as, con nuestros valores y revisarlos (quizás las prioridades ya no son las mismas), recordar nuestras capacidades, las que sabemos y las que podemos desarrollar (creatividad, cooperación, solidaridad, humor, resiliencia, determinación, flexibilidad, positivismo, curiosidad, consciencia, serenidad, vitalidad y un largo etc. )

En mi opinión, se trata de un momento en el que hacer acopio de Coraje, que cuyo significado viene de la palabra latina “Cor” que luego se adaptó en el francés antiguo a “Corage” y cuyo significado original era “echar el corazón hacia delante”. Desde mi forma de entenderlo, me refiero a coraje desde el ímpetú y confianza en lugar de la rabia o el esfuerzo.

A la vez, creo que es momento también para la Valentía que viene de la palabra “Valere” que significa también en latín “permanecer con fuerza y salud”.

Esto implica a mi entender que como individuos y sociedad podemos a partir de ahora “Mover el corazón adelante” ( movernos con ánimo desde el amor y la compasión) y “Permanecer con fuerza y salud” (afirmándonos en nuestra base, poniendo a nuestro servicio y de otros nuestros puntos más fuertes y capacidades, así como reforzar nuestra salud al máximo).

Te invito pues a cojer papel y boli y responder a estas preguntas:

¿Cómo puedo relacionarme conmigo los demás y el mundo, de forma más compasiva y amorosa?

¿Qué fortalezas tengo ahora mismo que puedo poner a mi servicio y compartir con otros?

¿Qué hago cada día para cuidar de mi salud, la salud de todos y el planeta?

Publicado por Gestalt Ibiza

Psicologa en Ibiza y Terapeuta Gestalt.